martes, 20 de febrero de 2018

El refugio poético del pintor español Joan Miró


Recorrida por la muestra “La experiencia de mirar” en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires

Texto y fotos de Belén Travesaro

Hace meses que deseo ir a ver la muestra del pintor español Joan Miró en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), pero me decido a visitarla cuando quedan muy pocos días de su cierre. Es domingo al mediodía en Capital Federal y hace demasiado calor, sin embargo mi entusiasmo por finalmente haber cumplido mi deseo de zambullirme en el mundo de Miró, me tiene enérgica y expectante.

Cada vez que entro en este museo me siento como una niña en un parque de diversiones. Todo me atrae, me llama la atención, desde la escultura “El beso” de Rodin en el ingreso, como las bailarinas que dibujaba Edgar Degas (referente del Impresionismo), hasta un cuadro del rosarino Antonio Berni sobre Juanito Laguna, que asoma por las escaleras; obras que forman parte de la colección permanente, la cual  incluye distintos períodos y estilos.

Se respira un clima de respeto en la salas. Hay bastante gente, pero ninguno se choca con nadie, ni habla fuerte, ni le suena el celular. Algo increíble por estos días. Como si se generara un clima de sacralidad en medio de tantas valiosísimas obras de arte.

Mujer pájaro

Me dirijo hacia la sala donde se desarrolla la muestra temporaria del artista catalán (que culmina el 25 de febrero). Ingreso y mi corazón se enciende al observar por primera vez sus pinturas y esculturas. Siempre me gustó su obra pero sólo la había visto en libros o en internet. Incluso tengo una colección de vajilla con sus diseños, que me regaló mi mamá.

Pero encontrarse con las obras es una experiencia completamente diferente. Se pueden ver los colores exactos de su paleta, las dimensiones de sus cuadros (bastante grandes, los imaginaba más pequeños), su tipo de pincelada, la expresión de sus esculturas…

Me impacta la saturación de sus colores, usa principalmente los primarios (azul, rojo y amarillo), y los bordes negros que hacía en las formas; me encuentro con sus símbolos principales: la mujer, el pájaro, el cosmos, la luna, las estrellas, las constelaciones, estos mismos temas se observan tanto en sus cuadros como en sus esculturas.

También me llama la atención la importancia que tiene en su obra la figura de la mujer. La guía nos explica que la pintura “Mujer, pájaro y estrella” _la figura central de la muestra, sobre una pared roja_ fue la primera obra valorada en España, cuando mucho antes ya había sido reconocido en Estados Unidos.



Todo un proceso

Es muy joven la guía, está vestida con una pollera negra y remera blanca, y habla sin parar, en un sonido que no es muy bueno. Pero percibo en el público una gran atención e interés por las claves necesarias para apreciar la exposición.

Un dato que comenta y me sorprende es: “Acá vienen señoras y me dicen que esos garabatos los podría dibujar su nieto de tres años. Pero yo les hago ver que detrás de cada obra hay todo un proceso, y un tiempo que el artista invirtió en cada detalle. Pasa que a simple vista sus creaciones pueden parecer improvisadas o realizadas en muy poco tiempo. Sin embargo esto no fue así, ha estado meses en cada una e incluso años en otras”.

La libertad

Además nos cuenta que el pintor huía de los encasillamientos. Cuando en entrevistas le preguntaban si se sentía representado por el surrealismo, él no respondía nada. Se quedaba callado, es que no quería ajustarse a un determinado estilo o grupo, quería ser recordado como un pintor muy personal y lo logró.

Lo cierto es que amó la libertad y la buscó siempre. Atraído por la naturaleza y el cosmos, pintaba las constelaciones de estrellas. Amigo de Pablo Picasso, tenían cosas en común, aunque se diferenciaban por una actitud distinta ante la política. Mientras Picasso en sus pinturas se comprometía con problemáticas sociales y las miraba de cerca; Miró era sensible a lo que sucedía, pero me da la impresión que tomaba cierta distancia para crear desde un lugar más puro e interno.

Palma de Mallorca fue su lugar de inspiración, allí tuvo su taller y vivió varios años. Era algo así como su refugio poético _dice la guía en su comentario y a mí me encanta esa expresión_ donde  creaba su mundo de fantasía, relacionado con sus sueños, su mirada del mundo, plagado de mujeres, pájaros y estrellas en una paleta vibrante (sólo en ocasiones agregaba a los colores primarios, algún complementario como el naranja o el verde)...

Sus imágenes me producen alegría, me conectan con el juego, con la vida, la naturaleza, la verdad, la poesía... Me siento como en un buen sueño, con un pájaro en la cabeza, rodeada de estrellas que me iluminan el camino hacia la libertad.







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