El pintor uruguayo Joaquín Torres García creó su forma de ver y hacer el
arte. Y para ello no sólo se basó en las vanguardias europeas del siglo XX sino
también en nuestras raíces indígenas.
El resultado fue el movimiento artístico llamado Universalismo Constructivo,
donde buscaba expresar la comunión del hombre con el orden cósmico.
Desde principios de 1900 se interesó por el arte precolombino e indígena e
incorporó en su obra principios similares a los que regían en los tapices,
donde se tenía en cuenta la geometría, y la representación del mundo era
sintética y abstracta.
La inspiración precolombina se puede ver en toda su obra, como por ejemplo
en uno de sus cuadros titulado "Formas entrelazadas en fondo rojo",
de 1938, inspirado en la cerámica nazca (cultura arqueológica del antiguo
Perú).
Aunque su arte tenía una base abstracta, estaba igualmente regido por los principios humanistas expresados por medio de los símbolos figurativos tomados de culturas antiguas. Esa integración de la figuración con la abstracción lleva a que su obra sea intemporal y accesible. Además buscaba equilibrar las ideas e imágenes europeas con las americanas.
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