Pintor
uruguayo, que construyó con sus propias manos y las de sus amigos, una casa de
líneas curvas en Punta Ballena. Funcionó como su taller y hoy es museo, además
de hotel. Su pintura rinde homenaje al sol, la naturaleza, las mujeres y el
candombe
Texto y fotos de Belén
Travesaro
El artista
Carlos Páez Vilaró fue un amante de la vida, los anaranjados atardeceres, la
naturaleza, las mujeres y el candombe. Una característica que se deja ver
en sus cuadros donde le rinde homenaje al sol: los pinta de diversos colores y
los humaniza poniéndoles rostro. Peces, mariposas, escarabajos, langostas,
pájaros, ilustran los azulejos y cerámicas que pintaba. Y la mujer, siempre
presente, en paletas diversas, a veces esbelta y otras, no tanto. Considerado autodidacta, su pintura es figurativa, en tonos mayormente saturados y tiene un estilo muy personal.
Nació el 1º
de noviembre de 1923, en Montevideo, Uruguay, y falleció el 24 de febrero de
2014 en Punta Ballena. Dedicó su vida con convicción y pasión al arte. Tuvo
seis hijos, una de las cuales es Agó Páez Vilaró, quien también se inclinó por
la pintura, especializándose en los mandalas.
Con sus
propias manos y las de sus amigos, construyó Casapueblo, en Punta Ballena. Una
construcción enteramente blanca que se distingue por su línea curva, algo no
tan común en la arquitectura. Está frente al mar, con un balcón, que parece
diseñado especialmente para “conversar” con el sol. Allí funcionó su taller y
también su hogar, donde recibió a personalidades como Vinicius de Moraes, quien se alojó allí en la década del 70 cuando dio unos conciertos en Punta del Este. Su “escultura habitable”, cómo él mismo llamaba a su
casa, se fue convirtiendo en un atractivo turístico que continúa hoy en día.
A 13
kilómetros de Punta del Este, se halla este refugio que funciona como un museo,
donde uno se encuentra con la colorida y personal obra del pintor, y puede
adivinar cómo fue su vida; pero también es el lugar perfecto para ser
testigo del atardecer en el balcón de la casa.
Encuentro a
su pintura figurativa pero no realista, en tonos mayormente saturados, y con
una gran libertad compositiva. El varón y la mujer aparecen completamente
integrados a la naturaleza, mezclados con ella. Un aspecto que me hace pensar
que seguramente él se sentía integrado al medio ambiente.
Además me transmite
honestidad en sus imágenes. Siento que pintaba desde sus inquietudes internas,
sin intentar agradar o llamar la atención. Curioso de la cultura negra, ha
participado de grupos de candombe y los ha retratado; también el tango figura
en sus obras.
Fue un admirador de la obra del pintor malagueño Pablo Picasso, a quien conoció a fines de la década del 50 durante un viaje por Europa en busca de nuevas inspiraciones. En los cuadros de Paéz Vilaró se puede leer la influencia del artista español.
Fue un admirador de la obra del pintor malagueño Pablo Picasso, a quien conoció a fines de la década del 50 durante un viaje por Europa en busca de nuevas inspiraciones. En los cuadros de Paéz Vilaró se puede leer la influencia del artista español.
Cuando era
joven, vivió un tiempo en Buenos Aires donde trabajó en una imprenta. Las
imágenes de bares porteños y milongas, están presentes en sus obras. Luego se
instaló en Uruguay y se fue dedicando de lleno a su pasión por el arte. Con la
ayuda de amigos creó su casa en Punta Ballena, que se parece a un nido. De
hecho él se inspiró en el trabajo de los pájaros a la hora de hacer un hornero.
Hoy es un museo, que posee un bar y una tienda, y también cuenta con un hotel.
Contacto
Más
información en www.casapueblo.com.uy, facebook: Museo Taller Casapueblo de Carlos
Páez Vilaró y en instagram: casapueblo_oficial.
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